viernes, 24 de octubre de 2014

Música actual tiende a sonar igual

La música actual es cada vez más previsible y tiende a ser cada vez más homogénea y con menos sonoridades, según concluye una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que publica el último número de la revista Scientific Reports. Así, investigadores del CSIC han analizado, en uno de los apartados del estudio, 464.411 canciones de entre 1955 y 2010 y han detectado que las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas. Además, de acuerdo a los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. Para el director del trabajo e investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrá, estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto. En este sentido, añade que han observado que, cada vez hay menos palabras diferentes. 
 

Grupos como Pink Floyd experimentaban mas.

 
Según la investigación, dada una nota musical, es "relativamente más fácil" predecir cuál será la siguiente en una canción actual y las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. "En la década de los años 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora", ha destacado. Asimismo, ha añadido que otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. El volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. De este modo, Serrá subraya que hasta ahora este efecto "largamente comentado" no se había podido comprobar empíricamente a gran escala y añade que los resultados de la investigación ofrecen, por tanto "una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales". "Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas", ha agregado. El investigador valora que este proceso de homogeneización podría deberse a las modas, ya que se observa una tendencia a engancharse a la música de la corriente dominante. Para la investigación se han analizado cerca de medio millón de piezas musicales procedentes de una base de datos pública que incluye más de un millón de canciones publicadas entre 1955 y 2010, elaborada por la Universidad de Columbia (EE UU). Estas obras son de distintos estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica. Por otro lado, Serrá ha explicado que puesto que una canción dura de media unos cuatro minutos y un experto, si quiere anotar los parámetros del interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día. Sin embargo los ordenadores han permitido escuchar música de una manera que los humanos "simplemente" no pueden. El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.

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La música actual es cada vez más previsible y tiende a ser cada vez más homogénea y con menos sonoridades, según concluye una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que publica el último número de la revista Scientific Reports. Así, investigadores del CSIC han analizado, en uno de los apartados del estudio, 464.411 canciones de entre 1955 y 2010 y han detectado que las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas. Además, de acuerdo a los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. Para el director del trabajo e investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrá, estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto. En este sentido, añade que han observado que, cada vez hay menos palabras diferentes. En los 60, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora Según la investigación, dada una nota musical, es "relativamente más fácil" predecir cuál será la siguiente en una canción actual y las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. "En la década de los 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora", ha destacado. Asimismo, ha añadido que otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. El volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. De este modo, Serrá subraya que hasta ahora este efecto "largamente comentado" no se había podido comprobar empíricamente a gran escala y añade que los resultados de la investigación ofrecen, por tanto "una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales". "Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas", ha agregado. El investigador valora que este proceso de homogeneización podría deberse a las modas, ya que se observa una tendencia a engancharse a la música de la corriente dominante. Para la investigación se han analizado cerca de medio millón de piezas musicales procedentes de una base de datos pública que incluye más de un millón de canciones publicadas entre 1955 y 2010, elaborada por la Universidad de Columbia (EE UU). Estas obras son de distintos estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica. Por otro lado, Serrá ha explicado que puesto que una canción dura de media unos cuatro minutos y un experto, si quiere anotar los parámetros del interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día. Sin embargo los ordenadores han permitido escuchar música de una manera que los humanos "simplemente" no pueden. El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1550475/0/musica-pop/csic/sonido/#x
La música actual es cada vez más previsible y tiende a ser cada vez más homogénea y con menos sonoridades, según concluye una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que publica el último número de la revista Scientific Reports. Así, investigadores del CSIC han analizado, en uno de los apartados del estudio, 464.411 canciones de entre 1955 y 2010 y han detectado que las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas. Además, de acuerdo a los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. Para el director del trabajo e investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrá, estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto. En este sentido, añade que han observado que, cada vez hay menos palabras diferentes. En los 60, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora Según la investigación, dada una nota musical, es "relativamente más fácil" predecir cuál será la siguiente en una canción actual y las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. "En la década de los 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora", ha destacado. Asimismo, ha añadido que otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. El volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. De este modo, Serrá subraya que hasta ahora este efecto "largamente comentado" no se había podido comprobar empíricamente a gran escala y añade que los resultados de la investigación ofrecen, por tanto "una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales". "Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas", ha agregado. El investigador valora que este proceso de homogeneización podría deberse a las modas, ya que se observa una tendencia a engancharse a la música de la corriente dominante. Para la investigación se han analizado cerca de medio millón de piezas musicales procedentes de una base de datos pública que incluye más de un millón de canciones publicadas entre 1955 y 2010, elaborada por la Universidad de Columbia (EE UU). Estas obras son de distintos estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica. Por otro lado, Serrá ha explicado que puesto que una canción dura de media unos cuatro minutos y un experto, si quiere anotar los parámetros del interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día. Sin embargo los ordenadores han permitido escuchar música de una manera que los humanos "simplemente" no pueden. El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1550475/0/musica-pop/csic/sonido/#xtor=AD-15&xts=467263
La música actual es cada vez más previsible y tiende a ser cada vez más homogénea y con menos sonoridades, según concluye una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que publica el último número de la revista Scientific Reports. Así, investigadores del CSIC han analizado, en uno de los apartados del estudio, 464.411 canciones de entre 1955 y 2010 y han detectado que las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas. Además, de acuerdo a los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. Para el director del trabajo e investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrá, estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto. En este sentido, añade que han observado que, cada vez hay menos palabras diferentes. En los 60, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora Según la investigación, dada una nota musical, es "relativamente más fácil" predecir cuál será la siguiente en una canción actual y las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. "En la década de los 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora", ha destacado. Asimismo, ha añadido que otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. El volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. De este modo, Serrá subraya que hasta ahora este efecto "largamente comentado" no se había podido comprobar empíricamente a gran escala y añade que los resultados de la investigación ofrecen, por tanto "una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales". "Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas", ha agregado. El investigador valora que este proceso de homogeneización podría deberse a las modas, ya que se observa una tendencia a engancharse a la música de la corriente dominante. Para la investigación se han analizado cerca de medio millón de piezas musicales procedentes de una base de datos pública que incluye más de un millón de canciones publicadas entre 1955 y 2010, elaborada por la Universidad de Columbia (EE UU). Estas obras son de distintos estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica. Por otro lado, Serrá ha explicado que puesto que una canción dura de media unos cuatro minutos y un experto, si quiere anotar los parámetros del interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día. Sin embargo los ordenadores han permitido escuchar música de una manera que los humanos "simplemente" no pueden. El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/1550475/0/musica-pop/csic/sonido/#xtor=AD-15&xts=467263
La música actual es cada vez más previsible y tiende a ser cada vez más homogénea y con menos sonoridades, según concluye una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que publica el último número de la revista Scientific Reports. Así, investigadores del CSIC han analizado, en uno de los apartados del estudio, 464.411 canciones de entre 1955 y 2010 y han detectado que las canciones compuestas en las décadas más recientes tienden a parecerse más entre ellas que las antiguas. Además, de acuerdo a los parámetros analizados, las transiciones entre los grupos de notas han disminuido de forma continua durante los últimos 55 años. Para el director del trabajo e investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC Joan Serrá, estos parámetros musicales en las canciones son como las palabras de un texto. En este sentido, añade que han observado que, cada vez hay menos palabras diferentes. En los 60, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora Según la investigación, dada una nota musical, es "relativamente más fácil" predecir cuál será la siguiente en una canción actual y las composiciones musicales más recientes también presentan una menor diversidad de timbres y tienden a interpretarse con los mismos instrumentos. "En la década de los 60, por ejemplo, grupos como Pink Floyd experimentaban mucho más con la sonoridad que ahora", ha destacado. Asimismo, ha añadido que otra de las tendencias es el aumento paulatino del volumen intrínseco al que se graban las canciones. El volumen es independiente del que cada usuario puede seleccionar para reproducirlas posteriormente. De este modo, Serrá subraya que hasta ahora este efecto "largamente comentado" no se había podido comprobar empíricamente a gran escala y añade que los resultados de la investigación ofrecen, por tanto "una receta teórica para crear canciones que suenen modernas y actuales". "Los cambios de acordes sencillos, los instrumentos comunes y el volumen fuerte son los ingredientes de la música actual, realizar estos cambios sobre canciones antiguas puede hacer que suenen a nuevas", ha agregado. El investigador valora que este proceso de homogeneización podría deberse a las modas, ya que se observa una tendencia a engancharse a la música de la corriente dominante. Para la investigación se han analizado cerca de medio millón de piezas musicales procedentes de una base de datos pública que incluye más de un millón de canciones publicadas entre 1955 y 2010, elaborada por la Universidad de Columbia (EE UU). Estas obras son de distintos estilos como rock, pop, hip hop, metal y electrónica. Por otro lado, Serrá ha explicado que puesto que una canción dura de media unos cuatro minutos y un experto, si quiere anotar los parámetros del interés para el estudio, necesita de un mínimo de cuatro escuchas, la investigación hubiera requerido 16 años de escucha, 365 días al año, 24 horas al día. Sin embargo los ordenadores han permitido escuchar música de una manera que los humanos "simplemente" no pueden. El trabajo ha contado con la colaboración de investigadores del Centro de Estudios Matemáticos de Bellaterra, y de las universidades de Barcelona y Pompeu Fabra.

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